Hay sentimientos que unen, incluso por sobre el idioma. Esto sucede con mayor fuerza si esos sentimientos están encadenados a una canción. La siguiente historia nos llevará desde una de las canciones más hermosas, al corazón mismo de la Fórmula 1, donde la acción y el drama no están ausentes.
La célebre canción decía en sus primeros compases... “Forse Non Sara' Una Canzone”... y hasta aquellos que no conocen Italiano, tienen esa letra grabada a fuego en el corazón, porque quedó unida para siempre al deporte, a la gloria, a los sentimientos de patria a través del fútbol. Así comenzaba el Himno Oficial de la Copa del Mundo, Italia 1990, para muchos, el himno más bello en la historia de los mundiales.
El tema fue interpretado por una cantante italiana nacida en Siena, llamada Gianna Nannini, acompañada por Edoardo Benatto. Ella inició su carrera en 1976 y es considerada una de las cantantes Pop más exitosas de Italia.
En el mismo hogar donde Gianna escribía sus sueños hechos canciones, su hermano Alessandro, tres años menor, también soñaba.
Gianna quería conquistar el mundo desde los escenarios y el pequeño Alessandro quería lo mismo, pero desde el cockpit de un Fórmula 1.
Nannini inició su camino en el mundo de la competición en el rally, a bordo de un Lancia Stratos, pero él anhelaba la Fórmula 1, así que se mudó a las pistas para ganar el Campeonato de F3 Europea en 1979. Luego pasó a competir con Minardi en la F2, categoría que luego fue reemplazada por la F3000.
El senense compitió algunos años para Lancia y finalmente llegó a la Fórmula 1 en 1986. Debutó en Brasil a bordo de un Minardi, con Andrea De Césaris como compañero. Alessandro se quedó en el equipo de Giancarlo hasta fin de 1987 y al año siguiente fichó por Benetton, en la primera temporada de Flavio Briatore como Jefe del equipo.
Thierry Boutsen era su nuevo compañero de escuadra y tras sumar sus primeros puntos a mitad de campeonato, Nannini alcanzó su primer podio en Silverstone, culminando detrás de Ayrton Senna y Nigel Mansell, nada mal.
En 1989, el piloto de Siena continuó su ascenso en Benetton, con el británico Jhonny Herbert como flamante coequipier.
Un par de podios le otorgaron más crédito a Nannini, quien tuvo su punto más alto en el recordado Gran Premio de Japón de aquel año. Fue en la recordada primera colisión entre Prost y Senna. El brasileño pudo seguir y tras superar al italiano que había quedado como líder, Ayrton ganó la carrera. Sin embargo, el piloto Mc Laren fue desclasificado por haber utilizado una calle de escape “no habilitada” por lo que Alessandro Nannini se acreditó el triunfo, su único triunfo en la Fórmula 1 y así lo dicen las estadísticas.
Claro que a nadie le gusta ganar de esa manera y “Sandro” estaba dispuesto a demostrar que era capaz de ganar con todas las de la ley. Luego de aquel controvertido GP de Japón, la máxima se presentó en Australia y otra vez Nannini peleó adelante, culminando en otro valioso 2do puesto, detrás de su antiguo compañero Thierry Boutsen y delante de Ricardo Patrese, ambos con Williams.
En 1990 llegó Nelson Piquet al equipo Benetton. El brasileño llegaba con sus pergaminos entre los que destacaban 3 campeonatos del mundo. Nannini no estaba dispuesto a ceder terreno y tras un arranque complicado, pudo lograr 3 podios, el último de ellos, el 30 de septiembre de 1990 en el GP de España, detrás de Alain Prost y Nigel Mansell.
1990, el mismo año donde su hermana Gianna tocaba el cielo con las manos luego de cantar en la Copa del Mundo y Alessandro se consolidaba en la máxima, aunque había otros planes para el piloto senense.
El 12 de octubre, apenas unos días más tarde de la carrera en España, Nannini viajaba en helicóptero rumbo a su Siena natal. Pero algo falló y su nave se estrelló.
La hélice de su propia aeronave le seccionó el brazo derecho, por debajo del codo. Tanto él como los amigos que acompañaban al piloto fueron socorridos por campesinos que estaban cercanos al lugar del accidente. Entre los rescatistas estaba el papá de Alessandro, Danilo Nannini.
Horas más tarde el Profesor Carlo Bufalini realizaba una fantástica tarea quirúrgica y lograba reimplatarle el miembro completo, aunque había perdido movilidad. Alessandro lo supo al instante, su carrera en la F1 estaba terminada, pero su vida no. Paula, su esposa, se transformó en un gran pilar para su recuperación.
Nannini se repuso satisfactoriamente, teniendo en cuenta el grado de su lesión y el 5 de octubre de 1991, a casi un año del accidente, llegó de incógnito al circuito de Mugello. Se colocó su casco de competición, el mismo que usaba en F1 y se puso al volante de un Ford Sierra 4x4 propiedad de Prisca Taruffi, hija de Piero, mítico piloto italiano.
Alessandro anduvo rápido aquella vez y confesó que no le había contado de la prueba, ni siquiera a sus amigos, por temor a que algo vaya mal.
Pudo volver a correr en coches de Turismo y con Alfa Romeo tuvo éxito en el Campeonato Italiano y también en el DTM entre otras categorías, hasta 1998. momento en el que decidió poner definitivamente punto final a su campaña deportiva.
Retirado de la actividad se dedicó a sus empresas y reapareció públicamente en algunos circuitos, dejando en evidencia los cambios por el paso del tiempo. Aquel seductor que supo estremecer a sus admiradoras, en sus épocas de piloto, es parte del recuerdo mismo.
En 2011, movilizado por su amor a Siena, formó un frente político con el objeto de postularse a la alcaldía de su comunidad.
Hay quienes aún discuten si la Fórmula 1 tenía guardado un lugar de privilegio para él; a quien le importa. Lo realmente bueno, es que Alessandro Nannini pudo sobrevivir a las trampas del destino y vive para contarlo.
Si llegaste hasta aquí, te invito a ver un Profile de Alessandro y a recordar la mítica canción de Italia 90. Vale la pena.
@damonf1
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